martes, 11 de noviembre de 2014

EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO EPISODE 7

—Changmin,cielo ¿Quién era ese muchacho al que perseguías? — la voz dulzona, empalagosa y levemente ponzoñosa de su abuela lo irritó un poco, pero como era a quien más respetaba, Changmin hizo una displicente inclinación de cabeza.

—Uhm…un…conocido, abuela— mintió. Al escuchar el bufido indignado de Kyuhyun, se volvió y lo fulminó con la mirada, advirtiéndole.

—Parecías muy molesto hijo —le dijo su madre —aun lo pareces ¿estás seguro que todo está bien?..-Changmin volteó los ojos hacia arriba.

—Todo está perfecto— respondió con enfado — ¿y…a que debo el honor? — nuevamente su tono sarcástico comenzó a irritar a su padre, quien se había mantenido callado mientras su mujer y su suegra hablaban con su muy-rebelde-impertinente-hijo.

—Debes saberlo Changmin es sobre lo que hablamos hace tres semanas —Changmin empezó a refunfuñar y a quejarse en voz baja —es jueves. El sábado llegará aquí tu prometida y habrá una recepción para darle la bienvenida— el rey ignoraba los gestos de asco que hacia su hijo.
—Me alegra que el príncipe Kyuhyun esté aquí, quizá también encuentre una doncella digna de él y si no, al menos puede meterte un poco de sentido común en la cabeza—dijo, sonriéndole al rubio, y recibiendo en respuesta otra sonrisa deslumbrante y llena de dientes. Kyuhyun estaba tan desesperado de hacerse notar por Changmin y ser considerado parte de Calabria, que habría lamido las botas del rey con gusto si éste se lo hubiera pedido.

—Permíteme dudarlo, padre— dijo Changmin, mirando a Kyuhyun con gesto adusto.

—No molestes a tu amigo Changmin— lo reprendió su abuela cariñosamente y este calló como un muerto.

—Changmin,cielo, ¿podemos hablar un momento a solas? — pidió su madre y caminó hacia la enorme terraza que formaba parte de los opulentos aposentos de su hijo.

— ¿Qué pasa mamá? — preguntó, mirando de soslayo hacia dentro de su habitación, donde su padre, su abuela y Kyuhyun hablaban. Más le valía al rubio mantener el pico cerrado referente a Jaejoong. Changmin ya se lo había advertido.

—Es sobretodo esto… en verdad lamento tener que imponerte un matrimonio que se que no quieres,pero… son las tradiciones, llevas toda tu vida comprometido con ella.

— ¿Y qué vaa pasar si me niego? ¿Y si ella se niega? — Al ver que su madre fruncía el ceño,confusa, prosiguió —quiero decir, no me conoce ni yo a ella. No creo que de buenas a primeras acceda a casarse conmigo sin poner pegas. Además no sé cómo es ¿Qué tal si es fea? — Changmin se horrorizó. No podía pensar en ninguna mujer. El recuerdo de Jaejoonge clipsaba por completo todos sus sentidos. Estaba impaciente y miraba  desesperado toda la extensión de jardín que había abajo, esperando verlo de un momento a otro. Se confundía con las sombras y el sol, que estaba demasiado brillante — ¿Cuánto tiempo se quedará… ella?

—Tal vez piense lo mismo que tu, cariño, pero así es como son las cosas. Si te niegas y ella o su padre se llegan a sentir deshonrados, nuestros reinos no se unirán yes probable que nos declare la guerra, y es un reino que desde siempre ha sido forjado en la batalla… oh y se va el mismo día, solo viene a conocerte—contestó su madre, con tristeza, y Changmin sintió de pronto, un enorme peso sobre sus hombros. Una responsabilidad que no quería.

— ¿Por qué?¿Qué hice yo para que semejante responsabilidad me fuera otorgada? ¿Me estás diciendo que al negarme puedo desatar una guerra?— le dijo y al verla asentir decidió que ya había escuchado demasiado. Iría por Jaejoong, Solo tocándolo podría calmarse y pensar con racionalidad.

—Existe la posibilidad… ¿Changmin, a donde vas? Su padre le detuvo abruptamente en cuanto entró.

—Voy asalir. — respondió al momento de tomar su capa y darle un brusco empujón con el hombro a Kyuhyun, para que lo dejase pasar.

—Lo siento hijo, pero no podrás, tienes dos días, los diseñadores están aquí para confeccionar lo que usaras, además tienes que estudiar tu parlamento y practicar tus modales. Dejan mucho que desear.
Changmin sintió verdaderas ganas de asestarle un puñetazo en toda la cara a su padre,pero eso sería demasiado insensato, así que solo lo miró con rabia, apretando los dientes y los puños. Lo habían acorralado, y el ardía en deseos de ir en busca de Jaejoong, y follárselo brutalmente como castigo por haberse largado de esa manera cuando él se lo había prohibido. En cuanto lo pillara se aseguraría de que jamás lo volviera a abandonar.

—Ya resígnate Min, pronto encontraras otro animalito de compañía, más fino— le susurró Kyuhyun al oído, burlándose al pasar a su lado.

—Kyu, voy a matarte— le amenazó, pero Kyuhyun ya no lo escuchaba. Se había alejado, iba platicando amenamente con la abuela encorvada y vieja de Changmin, y a él no le quedó más remedio que seguirlos. Su mente se había tranquilizado un poco al pensar que estaban en una isla, así que Jaejoong no tendría escape. En cuanto se librara del maldito compromiso iría a buscarle y lo traería a rastras si fuese necesario.

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En cuanto  entraron en el pueblo, fueron el centro de la atención. Yoochun lo notó de inmediato,pero al parecer Jaejoong no, y en cuanto llegaron a casa del castaño Jaejoong saltó del caballo y se metió corriendo, dejando a Yoochun algo alucinado. El castaño se bajó del caballo y lo condujo a la parte trasera de su casa, atándolo al mástil más alejado del pequeño corral improvisado, que contenía tres vacas escuálidas. En contraste,resultaba aparatoso ver al inmaculado corcel, blanco como la nieve, con la silla azul profundo, ribeteada en dorado, de pie en el fangoso centro del corral. Yoochun le dio la espalda y entró en su casa, topándose de frente con la tragedia. En la cutre habitación asignada a Constanza, estaba su pequeña familia. Su padre, totalmente serio tenía el brazo rodeando los hombros de su madre, quien tenía una mano en la boca y los ojos brillantes por las lágrimas,parecían sumamente tristes.

Pero fue vera Jaejoong lo que le hizo sentir un escalofrío de terror recorrerle la espina.Su mejor amigo estaba arrodillado al lado de la cama, con los ojos fijos en los ojos cerrados de su madre, como si esperase que de un momento a otro, ella los fuese a abrir. Pero Yoochun adivinó que eso no sucedería. Al verla inmóvil,encogida, sin color alguno, supo que Constanza ya no estaba con ellos, pero al parecer Jaejoong no lo creía, o no quería creerlo. El pelinegro acunaba las manos cenizas y frías de su madre entre las suyas, cálidas y blancas, como queriendo traspasarle su propio calor. Un par de enormes lágrimas cristalinas rebosaron de sus ojos, resbalaron por sus mejillas y cayeron en las pálidas y marchitas manos maternas. El castaño temblaba, tenía las manos frías y sudorosas y no sabía que decir, pues el inmenso dolor que Jaejoong sentía era incluso palpable, se notaba en el aire.

—Murió apenas unos minutos antes de que Jaejoong atravesara la puerta— le informó su padre entre susurros, para no incomodar al pelinegro, pero éste no los escuchaba. Se ahogaba en su dolor,en su desesperación, en su rencor. Todo su mundo sufrió una convulsión, algo se rompió dentro de él, mientras observaba, mudo de agonía el cadáver de la persona que más había querido en el mundo.

—Está muerta— su voz incrédula fue apenas audible.

—Cuanto lo siento Jae— sollozó la madre de Yoochun.

—Y no me pude despedir… no pude decirle cuanto la quería— su voz se quebró.

—Estoy seguro que ella lo sabia… hermano. —La voz de Yoochun también se quebró al decir la última palabra.

Y el borbotón de lágrimas que Jaejoong había aguantado durante toda su vida, todas las vejaciones,las humillaciones, los maltratos, los golpes, las amenazas, los insultos,subieron como una marea gigantesca por su garganta, estallando en una gran tormenta que se resumía en su boca. Se derrumbó sobre la cama, sobre su madre,llorando, jurando venganza. Se hundió en la desesperanza, en el dolor, en una soledad inmensa y pasmosa. Quiso morirse junto a ella en ese momento. Eso era todo lo que ahora quería, morir.

“Maldito seas Changmin... Maldito seas” Su vista se nubló, estaba completamente mareado.La imagen de su madre se volvía más borrosa, más oscura, hasta que sintió que esa oscuridad lo envolvía a él también. Jaejoong se desmayó…

La tarde casi había muerto ya, Yoochun llevó en brazos hasta su cuarto a un Jaejoong sumido en la inconsciencia, mientras sus padres se hacían cargo de llamar al médico y al enterrador. Había muchas cosas que hacer, pero una de las mas imperiosas era asegurar del el pelinegro, porque el tono que había adquirido su piel no era para nada normal, además Yoochun temía que de un momento a otro apareciera el príncipe mal nacido para llevárselo de nuevo,pero por suerte, durante la noche nada de eso ocurrió.
El pelinegro durmió hasta tarde, por el calmante que le había inoculado el médico cuando él dormía, mientras que Yoochun medio durmió sobre la desvencijada silla que descansaba al lado de su cama. Pero ahora, ya entrada la mañana, por la incomodidad y la luz, no pudo seguir durmiendo, y se dedicaba a observar a su amigo.
Durante la noche, el calor se había acentuado y Yoochun había desabotonado la camisa de Jaejoong,para que no sudara tanto y le fuera a dar un golpe de calor o algo parecido. La tela de algodón blanco se había ido subiendo y ahora dejaba al descubierto toda la extensión de piel blancadel pecho del pelinegro. Estaba muy delgado, tanto que rayaba en lo insano, las costillas sobresalían, también los huesos de la cadera, y ni hablar de los huesos de sus clavículas. Yoochun observaba con los dientes apretados su torso, donde una dispareja cicatriz zigzagueante más blanca y abultada que el resto de su piel se exhibía en su costado izquierdo, que subía y bajaba al ritmo acompasado de su profunda respiración.
Yoochun sintió la enorme tentación de pasar los dedos sobre ella, para sentir la textura de su piel y medir sus relieves, pero se golpeó mentalmente. Jaejoong era su amigo, y era hombre, no sabía porque sentía ese repentino impulso por tocarlo. Lo había sentido desde que lo había visto el día anterior, tan elegante, tan limpio, con ese porte tan gallardo y elegante.
Ahora comenzaba a apreciar el cambio que se había operado en su mejor amigo con el paso de los años. A Yoochun le gustaban las chicas, pero no podía negar que el rostro tan anguloso y afilado de Jaejoong poseía una belleza extra terrena y se sorprendió a sí mismo presionando su pulgar sobre los carnosos labios entre abiertos del pelinegro. Su aliento caliente envió una descarga eléctrica por todo su cuerpo y se alejó, nervioso cuando Jaejoong comenzó a removerse hasta abrir los ojos.

—Chun—susurró con voz pastosa, sintiéndose perezoso, tallándose los ojos, e irguiéndose en la cama, hasta quedar sentado en ella, con una mano apoyada en las sabanas.

—Jae—respondió este, con voz ronca. Se aclaró la garganta — ¿Qué tal dormiste?

Jaejoong se lo pensó por un momento, entonces recordó, y toda la enormidad de lo ocurrido le cayó encima y sintió como si un mar enorme naufragara sobre él. Sus ojos se cristalizaron.

—Entonces es cierto— susurró, bajando la cabeza. Su cabello oscuro se agito y cayó melancólicamente por su rostro. Yoochun pensó que parecía un ángel caído, un ángel despojado de sus alas, condenado a vivir encadenado a la tierra.

—Tienes que ser fuerte, amigo— le reconfortó y Jaejoong temblequeó.

—… ¿Dónde está?

—Se la han llevado desde anoche.

—a… ¿a enterrar? —lloriqueó. —No hombre, sucede que hace mucho calor, entonces la vana embalsamar…o algo así, mañana es el entierro.

—Mañana es mi cumpleaños…—un sollozo se agolpó en su garganta y perdió el aliento. “También es el cumpleaños de Changmin” Sabia que aquel hecho debía sorprenderlo muchísimo,pero sorprendentemente no le importó.

—Lo sé Jae,y quisiera arrancarme mi propia piel para remendar tus heridas, pero no puedo—Yoochun se levantó de la silla y se sentó en la cama, a un lado de su amigo—solo puedo decirte que cuentas conmigo para todo, y que nunca te dejare solo, mi hermano— y lo abrazó fuertemente, sin decir nada más. En situaciones como aquellas, las palabras salían sobrando, el único consuelo que podía ofrecerle era su calor y su compañía. No le importó sentir como se le clavaban todos los huesos de Jaejoong en cuanto este le devolvió el abrazo.

—Te dejaré…para que te vistas— le dijo, al cabo de unos minutos, rompiendo el contacto,que empezaba a ponerle nervioso y salió dejando a Jaejoong a solas—te espero abajo.

Jaejoong a sintió y entonces se quedó solo. Al intentar levantarse se mareo, Sentía como si sus huesos se hubiesen vuelto esponjosos y tuviera aserrín dentro de la cabeza. Cayó sentado de nuevo en la cama, sollozando. Ahora lo entendía con claridad, estaba totalmente solo en el mundo. Su mejor amiga, su apoyo, su alegría, todo había muerto la noche anterior, junto a Constanza, y la tranquilidad, la seguridad y el cariño que creyó haber encontrado en Changmin…ahora todo se hallaba roto en mil pedazos, salpicado de sangre, y entonces lloró, lloró como un niño de cinco años, solo y asustado, rogando por la seguridad que solo los brazos de una madre puede ofrecer.

Un buen rato después, al fin apareció en la planta baja, completamente vestido con ropa de su amigo,(la ropa de Changmin, completamente desgarrada, estaba en lo más profundo de la letrina de la casa) donde Yoochun y sus padres lo recibieron, cabizbajos pero con la misma afectuosidad de siempre.
Jaejoong ya no lloraba, pero tenía los ojos enrojecidos e inflamados. Rechazó con amabilidad la comida que le ofreció la madre de Yoochun y salió hacia el patio lodoso, donde estaba su caballo aun atado. Tenía las patas y toda la barriga llenas de barro, al parecer había pasado toda la noche ahí y se había recostado en el suelo para dormir. A Jaejoong le dolió ver tan sucia a una criatura tan hermosa.

—Perdóname Capri, arreglaremos esto— le dijo suavemente.

Lo condujo a una parte sombreada y seca del corral y le quitó la silla, las riendas, la brida y el torzal,dejándolo completamente libre. Cuanto odiaba todas aquellas implementaciones que estaba seguro, solo hacían sufrir a los caballos. Después, tomó un cubo de metal viejo y medio oxidado de las orillas, lo llenó hasta el borde con agua limpia, y usando sus propias manos despegó todo el lodo y la suciedad de su caballo, hasta dejarlo impecablemente blanco. Le dio de beber, vaciando y volviendo a llenar de agua fresca el mismo cubo y para comer le consiguió un poco de musgo suave y unos cuantos puñados de granos que robó a los pollos del señor Park y por último, lo dejó descansando sobre una manta seca que encontró en el cobertizo.
Descubrió que podía con el dolor si su mente estaba ocupada en otros asuntos. Luego de afanarse toda la mañana con su caballo, volvió dentro de la casa, donde estaban su amigo y sus padres, disponiendo todo para la comida.

—Es un caballo hermoso— le dijo el señor Park, para distraerlo —pero tozudo, no me dejó acercarme a él para desatarlo, parece que solo se deja tocar por ti.

—Así fue desde el primer día— la voz de Jaejoong era apagada, sin vida — pero yo le agrado… creo.

—Más que eso muchacho, tu eres su amo… es un animal muy fino ¿de dónde salió?
Jaejoong se puso tenso de inmediato. No quería oír ni media palabra sobre Changmin, y Yoochun lo sabía.

—Nadie lo quería, lo iban a sacrificar y entonces se volvió mío, porque solo yo lo podía controlar—le dijo, sin mentir, solo modificando un poco la verdad.

—Ya veo, y me alegro, habría sido un error fatal sacrificar a ese animal.

—Cuanto…como sabré…—Jaejoong se trababa, no sabía cómo formular su pregunta así que rectificó—¿sabe cuántos años tiene? …-El padre de Yoochun se lo pensó.

—Tendrá…unos cuatro, o cinco, máximo, no le doy más.

—Ya… y¿Cuánto viven? ¿Cuántos años?

—Depende…mira, si lo cuidas bien llegan hasta los 30 años como mucho.

—oh… muchas gracias.

Jaejoong asintió,se disculpó, diciendo que no tenía hambre y huyó directo al cuarto de su amigo, antes de que le pudieran decir nada más. No quería comer, ni vivir, ni respirar, No quería nada.
Se tendió nuevamente sobre la desvencijada cama de Yoochun, se tapó hasta la cabeza con la sabana luida y se arrepintió de haber conocido a Changmin. El príncipe había sido su perdición,Estaba claro. Y por culpa de él, y nada más que de él, había perdido la última oportunidad de decirle a su propia madre lo orgulloso que se sentía de ella. Quiso arrancarse de cuajo la piel, cada sitio donde Changmin le había besado, cada roce, cada ínfima caricia, hasta quedar en carne viva y luego revolcarse en un montón de cal, para borrar todo rastro de Changmin de su piel y de su memoria…pero sabía que era imposible, las huellas que el había dejado en él estarían grabadas a fuego por siempre en su memoria.
Mordió con fuerza la delgada almohada para amortiguar sus gritos de odio, de rabia y coraje hacia sí mismo por dejarse follar por Changmin como un animal, por soportar tantas humillaciones, por haber creído en las falsas palabras del príncipe, sin sospechar siquiera que eran nada más que falacias y promesas vacías, por sentir cariño hacia él. Un cariño limpio y potente como un rayo de sol, que ahora estaba escondido detrás de una negra nube de rencor. Se sintió tan estúpido, tan patético… y después de varias horas de agonía, al fin consiguió rendirse a un duermevela inquietante y doloroso…


**************************************************

Cuando el primer montículo de tierra impactó contra la dura tapa de madera pulida y oscura del féretro de Constanza, su único hijo se estremeció y sus ojos se cristalizaron por millonésima vez. Sin embargo ya no tenía más lágrimas para derramar. Aun brillaban tenuemente en sus mejillas los fantasmas de las lágrimas que había derramado durante toda la noche anterior y sus fuerzas ya no daban para más.
En el cementerio del pequeño pueblo se hallaba reunida una pequeña multitud, gente que quería y estimaba a la siempre buena y afable Constanza y a su joven hijo, aquel niño desnutrido y frágil con el que ella había llegado en brazos una tormentosa noche Febrero muchos años atrás y al que todos habían acogido con cariño, como uno más de ellos, sin hacer preguntas.
La mañana del sábado era igual a las que ella amaba, había llovido al amanecer y ahora brillaban tenues rayos de sol, que iluminaban el paisaje húmedo, haciendo sus colores más vivos y limpios. Jaejoong arrojó una algodonosa rosa blanca que aterrizó con un suave rebote sobre el ataúd de su madre, seguida por más y más paladas de tierra negra. El pelinegro sintió un latigazo de frío, escondió las manos en los bolsillos de su pantalón y olisqueó delicadamente el aire. Olía a pino, a agua de mar, y madera quemada.Olía a casa.
Además de la gente del pueblo que le hacía compañía, a unos cuantos pasos estaba su más reciente amigo. El blanco corcel que Changmin le había regalado y que le seguía a todos lados como si se tratase de un perro guardián. A su lado Jaejoong no se sentía tan solo. De alguna manera aquel enorme animal lo reconfortaba,causándole extraños sentimientos de amistad, compañerismo y sobre todo de una lealtad que desconoce límites.
Los amigos se lamentaban, la mayoría lloraba. Yoochun y sus padres eran los más próximos A Jaejoong. Ellos también lloraban en silencio, mientras el sacerdote de la parroquia decía unas palabras verdaderamente bellas en memoria de Constanza. Pero Jaejoong ya no lloraba, dentro de él radicaban nuevos y oscuros sentimientos, de rencor, de odio, de tristeza. Se estaba muriendo por dentro, pero no quería que lo notara nadie más. No quería causar lastima ni que le tuvieran piedad. Sin embargo,cuando la pesada lapida de mármol blanco pulido
(regalo de todos los habitantes del pueblo) fue colocada sobre el montículo de tierra recién formado, no pudo evitar desplomarse al leer el epitafio, y las palabras que su madre le había dedicado.

“Constanza Kim”

 “Madre devota, fiel amiga”
“A mi amado hijo, Kim Jaejoong: Naciste para brillar. Fuiste, eres y siempre serás mi mayor regalo”

Jaejoong recibió condescendiente todos los abrazos, apretones de mano y palabras de aliento de sus conocidos, sin escuchar siquiera lo que le decían. Cuando la mayoría se había retirado,se dejó caer de rodillas frente a la lapida. Delineó delicadamente, con la punta sonrosada de su dedo índice las doradas letras esculpidas en el mármol,porque la cortina de lagrimas que empañaba sus ojos le impedía volver a leerlas,y depositó en la lapida el último beso de despedida para su madre. Yoochun observaba en silencio, mudo de pena.
Acto seguido se levantó con garbo (exactamente igual al de Changmin), miró severamente a Yoochun, con entendimiento y después se alejó del cementerio, caminando al lado de su esbelto caballo blanco en dirección al mar…

**********************************************

Había anochecido. Jaejoong acababa de llegar a la casa de Yoochun justo cuando su madre servía lacena. Se le notaba más sereno, pero también más frio y distante. Aceptó sentarse a cenar, y comió en silencio, dando las gracias en todo momento a la madre de su amigo. Solo faltaba el padre de Yoochun, que había salido a supervisar su más reciente embarque de algodón.
Justo estaban por terminar cuando el señor Park llegó como una tempestad. Ignoró a su esposa y a su hijo y fue hasta Jaejoong levantándolo con brusquedad de la silla. En sus ojos húmedos y enrojecidos no había más que terror. el pelinegro pasó saliva fuertemente,asustado.

— ¿Q-Que pasa…?

—Jae, estas en grave peligro, no hay tiempo. — ¿Peligro? ¿Tiempo? —el chico no entendía nada.

— ¡Sí! —bramó el padre de Yoochun, haciendo que Jaejoong pegara un bote.

—Papa…suéltale… está asustado— Yoochun se adelantó y puso una mano en el brazo de su padre.

—Yoochun, tuno entiendes, está en grave peligro.

— ¿Pero porque?

—Vendrá hacia acá, el príncipe Changmin con una enorme escolta, ¡y vienen por ti! — lo sacudió.

— ¿¡Qué?!¿Cómo lo sabes? — Yoochun se interpuso delante de Jaejoong, haciendo que su padre finalmente lo soltara.

—Pietri, el que trabaja como jardinero en el palacio se lo dijo a su esposa, y ella me lo dijo a mí esta misma tarde. Por lo poco que me contó, hubo una especie de celebración con una princesa que vino desde lejos, pero ésta ya se va y el príncipe planea venir a buscar a alguien en su casa de un chico castaño y piel blanca primera hora mañana ¿Quién mas si no Yoochun? Y vienen a por ti, Jae.

— ¿Qué vamos a hacer? — se lamentó la mamá de Yoochun, llevándose ambas manos a lo s ojos para ocultar sus lágrimas.

—No haremos nada— y todos voltearon a mirar a Jaejoong, quien se había alejado y miraba por la ventana, con los brazos cruzados. Su voz era fría y salvaje, igual que su mirada —si quiere venir a por mí, pues que venga.

Jaejoong no tenía miedo de Changmin, al contrario, quería verle, quería hacerle frente para atacarle como el príncipe lo había hecho con él, para demostrarle que jamás iba a poder esclavizarlo.No le importaba si lo mataba, Jaejoong no tenía nada que perder ya, se mataría antes que volver con él, pero no sin antes hacerle pagar porque por culpa de él, su madre había muerto en soledad, llamándolo.

—Pero Jae ¿tú eres tonto? — Yoochun lo encaró, furioso. este ni lo miró.

—No, pero no tengo miedo de él, ni de él ni de nadie.

—Chico, no estás pensando con claridad, entiendo que estés nublado por la pena pero…

—Señor Park—Jaejoong lo interrumpió, tajante— usted no tiene ni idea de cómo me siento. No saben todo lo que he perdido en tan poco tiempo.

—No, probablemente no lo sabemos Jaejoong querido, pero lo que sí sabemos es que no queremos que te lleven, ni que te encierren, porque sabes que a la realeza no le importa si eres libre o no, si eres honrado o indeseable. No queremos que nada malo te suceda cariño— la voz cascada y rota de la madre de Yoochun aflojó un poco el nudo de su coraje.—Aunque quisiera… no tengo a donde ir. Tarde o temprano me encontrará…

—No si nos adelantamos muchacho— respondió el señor Park y se sentó a la mesa, haciendo planes a toda velocidad.

— ¿Qué quieres decir papá?

—En unas horas, exactamente a las cinco de la mañana zarpa un barco a Mónaco y escuche que están solicitando ayudantes, porque la mayoría están perdidos de borrachos en la taberna.

— ¿Entonces usted cree que yo podría…?

—Por supuesto Jaejoong, y no es que puedas, es que tienes que irte de aquí, ya nada te ata a este lugar,si te quedas terminaras tu vida como yo, labrando de sol a sol para conseguir apenas unas cuantas liras para pagar impuestos y sostener a una familia, pero tú puedes hacer más.Tu naciste para ser más, tu madre siempre lo decía, estaba convencida, además eres el chico más culto y educado que hay en el pueblo, no te quedes a pasar una vida mediocre aquí, o encerrado en las mazmorras del palacio.
Aquellas palabras habían calado hondo en la conciencia de Jaejoong, y decidió que quería que su mamá se sintiera orgullosa de él. Se prometió llegar a ser mas en la vida, como ella siempre se lo había dicho.

—De acuerdo—aceptó sintiéndose inseguro—… creo que entonces iré a preparar lo poco que traje— y tras decir esto se escurrió escaleras arriba, pero al llegar al desordenado cuarto de Yoochun, se dio cuenta de que no tenía nada.

— ¿Jae? — se dio la vuelta para mirar a Yoochun, quien estaba recargado en el marco de la
puerta.—…voy a extrañarte… viejo, El corazón de Jaejoong se encogió y en esos momentos más que nunca deseó no quedarse solo.

— ¿Por qué no te vienes conmigo Chun? —ofreció esperanzado. Yoochun calló, Estaba pensando, pero después de algunos segundos negó ligeramente con la cabeza.

—No puedo hermano… alguien tiene que encargarse de los viejos.

—Comprendo —dijo con voz trémula —también voy a echarte de menos. Jaejoong lucía tan desesperanzado y frágil, que su mejor amigo, sin pensárselo si quiera lo en volvió en un cálido y asfixiante abrazo de oso, sorprendiendo al pelinegro. En las últimas veinticuatro horas, Yoochun se había mostrado más afectuoso que nunca. A Jaejoong le pareció un poco raro pero no podía darse el lujo de ponerse a divagar sobre el asunto, porque según el padre de Yoochun, le quedaban aproximadamente seis horas para ser liberado o esclavizado según se mirara y le apostaba mil veces más a la libertad.

************************************************

—Oye Jae…¿estás seguro de que sólo eso que tienes encima piensas llevarte?

—Seguro.

—Pero… es tu casa… tus cosas. —Yoochun no entendía porque Jaejoong había llegado hasta su
casa y en lugar de entrar, solo la había cerrado a cal y canto, guardándose la llave en el bolsillo del pantalón.

—Ya lo sé—le cortó, algo molesto mientras tironeaba de los barrotes de la ventana, asegurándose de que ninguno estuviese suelto. Jaejoong no quería explicarle el porqué no iba a entrar en su antiguo hogar. No quiso que supiera que nada mas al entrar iba a derrumbarse al ver todos los recuerdos de su madre y el pequeño pero acogedor lugar en donde con tanto cariño ella le había criado. Simplemente era superiora sus fuerzas.

—Entonces te irás ¿así? —Jaejoong lo miró, enarcando delicadamente una oscura ceja quiero decir, solo con lo que traes puesto… ¿y todo lo demás?

— ¿Qué es todo lo demás? — Respondió, después de echarle una última ojeada a su casa,mientras comenzaba a andar por la oscuridad, cuesta abajo, hacia el muelle —no tengo nada Yochun, como mucho quizá pueda sacar de ahí un par de pantalones rotos y dos camisas y ya, ¿para que las quiero?

—Bueno… no había pensado en eso —comentó Yoochun, pensativo, rascándose el mentón, mientras observaba como Jaejoong se aferraba a la crin de su caballo con fuerza, como si necesitara sostenerse de algo —Hey… no estés nervioso —le dijo con suavidad, desenganchandolos dedos temblorosos y helados de Jaejoong de la crin del animal. Estaban tan fríos que se le habían quedado agarrotados y Yoochun los envolvió en su cálida y enorme mano — se que todo esto es peor que una patada de mula en todos los huevos, pero mírale el lado positivo, al menos mañana estarás en alta mar y no encerrado en ese jodido castillo, te lo pasaras de época.

—En verdad te lo crees ¿no? —Rió Jaejoong por la ingenuidad de su amigo —espero al menos
que ahí no me esclavicen o algo peor, quizá hasta termine siendo el chapero de algún déspota Rey —se carcajeó, pero para su sorpresa, Yoochun le apretó la mano con demasiada fuerza, haciéndolo sisear de dolor, después se detuvo — ¿Chun?

—Jae… dime que ese asqueroso príncipe no te obligo a hacer nada, que no… que no te tocó…— al castaño le temblaba la mandíbula, en realidad le temblaba todo el cuerpo,tanto, que envío vibraciones a través de la mano de Jaejoong, sacudiéndole los huesos que la unían con su muñeca. No podía imaginarse algo así. Simplemente nopodía… al príncipe poniendo sus asquerosas manos sobre el blanco y demasiado esbelto cuerpo de su amigo, cuerpo que le parecía casi intocable para cualquier mortal…

—Claro que no —mintió Jaejoong con voz aguda, nervioso y liberó su mano de un tirón — ¿Cómo se te ocurre?

—No te creo y como me entere que algo así paso, te juro que le arranco las pelotas a ese
tipo y se las meto hasta el fondo de la garganta, me paso por el falo que sea un jodido príncipe —para Yoochun aquello no colaba, y lo creyó menos cuando vio el intenso nerviosismo de Jaejoong, y sus muecas de dolor y enfado. Pensó en encararlo para que le contara la verdad palabra por palabra, pero los nervios y sentimientos de su amigo estaban tan hechos polvo que supo que no lo soportaría. Lo dejaría de momento. En cambio metió la mano al bolsillo oculto de su chaqueta, y después puso en las manos de Jaejoong una bolsita de terciopelo azul, repleta casi hasta el tope de monedas de oro.

— ¿Y esto?

—Es el oro que me dejo el príncipe lunático, usé apenas un par de monedas y nos alcanzó para todo —le respondió, y antes de que Jaejoong se atreviera a rechazar el dinero le advirtió —ni se te ocurra decir que no, es lo menos que te debe ese maldito, me parto de alegría al saber que te le escapas de entre las manos usando su propio dinero, y Jaejoong, lo necesitas y lo sabes, como me lo regreses te rompo la boca de un guantazo.
Jaejoong se tragó las nauseas y el asco al procesar las palabras de Yoochun, y decidió que por ésta vez, su amigo tenía razón.

—Cálmate raton, vaya que linda despedida que me estás dando. — se quejó Jaejoong, dándole una patada a una piedra mientras se guardaba la pesada bolsita azul.

— ¿Me porté como un idiota no? Lo siento viejo, es que ese tipo logra sacar lo peor de mi—“desde un principio supe que te haría mucho daño” pensó, pero no se atrevió a decirlo en voz alta, así que solo pasó el brazo por los hombros de Jaejoong y ambos comenzaron a tambalearse, cantando con voz exageradamente grave y tristona una boba canción naval, mientras el enorme barco que se llevaría lejos a Jaejoong,emergía poco a poco de las sombras, flotando, calmado y majestuoso sobre el tranquilo mar.

Si Jaejoong hubiese tenido la suficiente fortaleza para entrar en su antiguo hogar, habría visto que, sobre su delgado y sucio colchón había una hoja blanca doblada por la mitad, y que al leerla su vida habría cambiado para siempre de una manera radical. Pero nuevamente el destino no lo quiso así.....




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